publicado por: www.elpais.com
Seamos sinceros: en España, lo de los Gipsy Kings siempre ha producido vergüenza ajena. Y vergüenza propia. Tiene bemoles: son franceses los que han exportado ese prodigioso quitapenas que llamamos rumba catalana. Unos gitanos de Montpellier y Arlés cuyo vocalista ni era capaz de hablar en castellano. Y cantaba de aquella manera, aprendiéndose las letras fonéticamente, con feliz ignorancia de la gramática.
Duro y en los morros. El mundillo flamenco español fue incapaz de articular palabra: unos primos gabachos que se alzaban con el santo y la limosna. Desde aquí siempre se miró a los flamencos del sur de Francia con condescendencia. Solían ser instrumentistas como Manitas de Plata, expertos en florituras y maestros en embaucar a la jet set de la Costa Azul, nada que eclipsara a los creadores del arte jondo. Pero estos Gipsy Kings, algunos emparentados con el citado Manitas, resulta que cantaban. Y se apropiaban sin rubor de hallazgos ajenos.
Vean Bamboleo. Es un injerto de dos canciones sudamericanas: Caballo viejo, del venezolano Simón Díaz, con fecha de 1980, y Bamboleo, samba del carioca André de Sá Filho que grabó Carmen Miranda en 1931. Sin embargo, en el disco de los Gipsy Kings aparecía firmada por los tres jefes del grupo: Nicolás Reyes, Tonino Baliardo y Chico Bouchikhi.
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